mismos tropezamos y fracasamos moralmente. Según veo yo, hay un solo lugar en el mundo donde estos cuatro anhelos convergen: en la cruz de Cristo. Me atrevo a decir, entonces, que en esta mezcla de dolor y anhelo la respuesta divina es restauradora y sublime. Porque por medio de la paradoja de la cruz se une la necesidad nuestra con la provisión de Dios. Hace un tiempo tuve el privilegio de predicar en Gales, en el Reino Unido, en la ocasión del aniversario centenario del Gran Avivamiento Galés de
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